Cuando llevas un par de borradores y siempre llegas a un callejón sin salida, te das cuenta que la inspiración a veces juega una mala pasada. Me gusta escribir y más por lo que me apasiona, pero el bloqueo a veces no es bueno y eso hace que me vuelva un poco más loco de lo que ya estoy.

No creo que vaya a llegar al nivel de Alan Wake, pero al menos mi cabeza sigue algo ordenada. En fin, que se me va y quiero publicar este pequeño artículo antes de que se vaya el sol, ya que los niños como nosotros nos quedamos jugando hasta altas horas de la madrugada.

Los niños o como nuestros padres nos siguen llamando, aún con más de treinta años a nuestras espaldas, tenemos unos pequeños ratos donde desconectamos con un simple mando. Gracias a ello se quedan grandes recuerdos grabados en nuestra memoria, compartiendo espacio con aquellos que nos acompañan desde que tuvimos nuestra primera consola.

Este confinamiento o ahora algo más light, me ha hecho reflexionar un poco sobre los juegos con grandes historias, esos que nos llevan a estar horas y horas, pasando a su segunda parte, luego la tercera y luego la… lo que se llama hoy en día una buena maratón de videojuegos.

Aunque alguno que me este leyendo se crea que estoy hablando de alguna saga, que también puede ser, realmente me centro en esos pequeños juegos que quedan a la espera en nuestras vitrinas.

Hay verdaderas joyas perdidas en una generación de consolas que no da tiempo a completar antes de pasar a la siguiente y es que eso nos hace ser unos ansias de cuidado. La cosa es que estos dos últimos meses habré completado una serie de juegos que me han llegado a gustar más de lo que creía y eso lo tengo que agradecer por probar experiencias que poca gente decide dar una oportunidad.

Tengo claro que las experiencias exclusivas es lo que vende en estos momentos, pero también hay que ojear otro tipo de desarrolladoras, ya sea con presupuestos intermedios o más tirando al territorio independiente. Igualmente, todos tienen cabida y hay veces que compañías lanzan un juego al que han puesto muchísimo cariño y casi nadie se da cuenta de el, como por ejemplo… “Remember Me” en X360/PS3 o “Terminator Resistance” (PS4/One).

Esos dos casos han sido grandes sorpresas en mi vida, pero claro… Si tengo que ponerlos todos, el artículo se me va a las cincuenta páginas y la isla de Animal Crossing no se cuida sola.

En fin, esos dos juegos son pequeñas joyas que por A o por B casi nadie los tiene en cuenta, ya sea por salir al final de una generación o entre sagas reconocidas. Lo que es más sorprendente es que “Remember Me” viene de la mano de DONTNOD y “Terminator Resistance” de Teyon, por lo que ahora solo te vendrá a la cabeza que la primera es la encargada de los Life is Strange y la segunda… Un momento… ¿Teyon?

Teyon es una desarrolladora Polaca que se ha sacado de la manga un juego de Terminator, cuando antes lo más conocido fue… “Rambo: The Videogame”. ¿Sorprendente? Pues es difícil de explicar hasta que no le des una oportunidad al del robotito de metal.

Podría sacar hasta sagas conocidas que pasaron sin pena ni gloria, como por ejemplo Splinter Cell Blacklist. ¿Quién podría imaginar que Sam Fisher se pudiese tropezar y estamparse contra una pared? Tras Conviction se esperaba un cambio y así fue, pero por desgracia y con un cambio de generación en esos momentos, Sam y sus gafas de visión nocturna desaparecieron de la misma forma que llegó.

Sobre el mercado independiente, podría mencionar Sparklite, un juego que con tan solo un trailer me llamó algo la atención. Me gustaría saber cuántas ventas tuvo en España, porque con su simpleza y pixel art es un juego que entretiene y tiene un nivel de dificultad equilibrado.

Muchas desarrolladoras intentan hacerse un hueco, sacando sus juegos con mil detalles en formato físico, traduciendo sus textos e intentando destacar en una batalla en la que es difícil innovar. Algunas lo consiguen y otras por desgracia acaban desapareciendo, por lo que animo a todo el mundo a que a veces se dé una oportunidad a ese juego que tiene una portada resultona, es decir, volver a los viejos tiempos en los que con solo una portada te diese por comprarlo.

Soy realista y puede que no encuentres una verdadera joya, pero ahí se encuentra la magia…