El otro día estaba desayunando y me dio por colocarme delante de la vitrina. Poco a poco fui pasando de un juego a otro recordando algunas anécdotas, ya sea por las reuniones con amigos, momentos de tensión, historias épicas, etc. dándome cuenta que al final, lo que realmente importa es lo que disfrutas con lo que tienes.
La vida es muy corta, tan corta que hay tantas experiencias a nuestra disposición que necesitaríamos más de dos vidas para saborearlas. No todos tienen las mismas prioridades, mientras que a algunos les guste viajar, a otros estar más en casa y así sucesivamente.
Las aficiones, como cualquier cosa, están ahí como complemento a todo lo que nos va ocurriendo y algunas de ellas, traen buenos y malos recuerdos. Dichos recuerdos pueden servir para aprender una buena lección, pero también para cometer los mismos errores sin darnos cuenta…
El coleccionismo de videojuegos es una afición más que se suma a muchas otras, dotándole de mayor o menor importancia dependiendo de lo que sea para ti. Mucha gente no entiende que gusten los videojuegos y aunque se le intente explicar, no les entra en la cabeza. Los medios de comunicación se han encargado de hacer creer que los videojuegos son malos, ya que este tipo de entretenimiento llega a cualquier tipo de edad, aunque cueste creerlo.
No será la de veces que se escucha que como es posible que con 30 años uno siga disfrutando de los videojuegos, pero de lo que no se dan cuenta es que no están respetando el espacio de los demás. Es fácil opinar sobre cualquier cosa hoy en día, vamos, eso no va a cambiar aunque se luche por ello.
Hay aficiones que tienen su historia detrás, ya sea ayudando a cualquier tipo de persona a superar una depresión, desconectar del mundo o conociendo gente jugando online. No todo tiene que ser un problema de ludopatía, para nada, ya que si a uno le apetece leer, a otro puede gustarle jugar unas partidas al Call of Duty de turno.
Por la parte que me toca, puedo decir que me ha ayudado a abrirme mucho más a las personas, superar una depresión e incluso compartir experiencias con mis amigos/familia. En su día tuve problemas para comunicarme con el resto de niños en el colegio, no se me daba bien e incluso sufrí bullying, el cual me ha costado superar.
Tuve años en los que prefería quedarme en casa jugando porque lo pasaba realmente mal por cómo me trataban. Al final uno entiende que son etapas, de las cuales se debe aprender y salir fortalecido, ya que no todas las personas son iguales y llegado el punto, puede sorprenderte las que conozcas en el futuro.
A día de hoy sigo manteniendo algunas amistades que conocí en los MMORPG, siendo grandes amigos con los que puedo contar para lo bueno y lo malo. Es difícil encontrar ese tipo de personas a día de hoy y más aún porque amigos se pueden contar con los dedos de la mano.
Nadie debería intentar cambiarte, pero si deberían darte el espacio que necesites para seguir siendo tu mismo. Si quieres cambiar que sea porque realmente quieres y no porque intenten moldearte, ya que si ocurre esto último es que en ningún momento te han aceptado realmente.
En fin, podría seguir reflexionando sobre todo ello, pero llegaría siempre al mismo punto: Cada persona es un mundo.
Ayer leí una conversación en twitter en la que se preguntaba porque había más juegos precintados que desprecintados en una colección, por lo que decidí contestar. Fui lo más respetuoso posible al decirle que algunos no solemos desprecintarlos porque no le ha llegado el momento, pero preferimos tenerlos porque son juegos que realmente queremos tener. Puede que estemos jugando a otro, rejugando, tomándonos un relax, etc. pero no quita que queramos compartir nuestras colecciones en una red social.
Está claro que al compartir nuestras colecciones, nos arriesgamos a bastantes comentarios, pero eso no quita que con respeto se les pueda contestar. Ya si va a más, es una guerra que solo va a llevar a que más gente se una y no se llegué a nada.
Aún a día de hoy, cada vez que viene algún conocido a casa me lo suele preguntar. Lo que pasa es que cada vez que me pierdo contando batallitas se echan unas risas, ya que hay juegos que tienen su historia detrás y muchas de ellas no tienen porque ser tristes.