Completar juegos que se quedaron en el limbo siempre viene bien y King’s Quest es uno de esos que tiene su pequeña historia detrás.

Han pasado algunos años desde entonces, tanto que 2016 parece que ya se encuentre algo lejos. Aquellas navidades aún las tengo grabadas a fuego en mi mente, pero no por temas de videojuegos, sino por algo más personal que me trastocó durante parte de 2017.

King’s Quest llegó a mis manos en los últimos meses de 2016, uno de los pocos juegos que recibí antes de cerrar mi extinta web “Rincón del Jugón”. También es verdad que por aquel entonces acababa de comprar una Xbox One S junto al Forza Horizon 3 y Activision me cedió una clave para poder probar lo nuevo de Sierra.

Tras los cambios en aquellas navidades, decidí tomarme un tiempo y desaparecer hasta recuperarme al 100%, pero en ese proceso… aquella Xbox también. King’s Quest se quedó perdido en mi biblioteca digital hasta que volví a tener una Xbox el pasado mes de Mayo de 2020, tras aquel confinamiento que nos trastocó a muchísimos de nosotros.

La verdad es que ni me acordaba que lo tenía, era un recuerdo algo difuminado entre tantas cosas y no ha sido hasta ahora que lo he podido disfrutar con una Xbox Series X.

Ha sido una sensación extraña completar sus cinco episodios junto al epilogo, ya que se me ha puesto la piel de gallina al ojear los créditos finales. Por una parte porque lo he disfrutado muchísimo con un personaje principal con el que he conectado y, por otra, por lo vivido en aquellos años.

Siempre diré que hay juegos que se quedan perdidos en la estantería o mismamente en las bibliotecas digitales y que a veces viene bien darse un paseo y pillar alguno que llame la atención.

Por mi parte no puedo estar más contento por haberme quitado esta espinita, ya que era uno de esos asuntos pendientes de los que tarde o temprano tenia que encargarme.

La historia de Graham me ha llegado bastante, más que nada por ese toque nostálgico por aquellas primeras aventuras. El estudio mantuvo el estilo de aventura gráfica clásica en los que acabas dando mil vueltas, junto a miles de puzles en donde comerte la cabeza.

Graham siempre lucha por lo que quiere, aún afrontando e intentando superar grandes obstáculos en el proceso. Su gran pasión por vivir grandes aventuras y resolver acertijos lo hace un personaje bastante interesante, algo que es de agradecer entre tanto personaje plano que circula en algún que otro juego.

También es verdad que soy un amante de las rutas de montaña y descubrir nuevos lugares, por lo que ha sido realmente fácil conectar con el. Lo bueno es que en los cinco episodios le va contando a su nieta como ha ido madurando en el proceso, tanto sus aciertos como sus errores, enseñándole una buena lección de que la vida no es de color de rosas.

Es una pena que no haya noticias de una nueva aventura, más que nada por un epilogo que te deja con ganas de más. De todas formas, Sierra jugó bien sus cartas y cerraron la historia de una forma excelente y de la que puede tocar las fibras sensibles.

Poco me queda por contar, ya que solo quería plasmar esas sensaciones tan positivas tras completar esta pequeña aventura. Así que lo último que puedo decir es que nunca es tarde para retomar aquellos juegos que se quedaron en el limbo, aquellas historias perdidas, aquellas que olvidaste, aquellas que… No eran su momento para ser contadas.