Son años con juegos en la recamara que no sabes cuando vas a poder ponerte con ellos. Algunos se han quedado en el limbo, otros siguen en un listado en espera y otros… Van apareciendo para sumarse a esa larga lista.

Uno de los que tenia en standby desde hace más de seis años era Xenoblade Chronicles y no ha sido hasta su edición definitiva en Nintendo Switch que no me he puesto con el. Han sido 68h de disfrute continuo en las que no me he aburrido en ningún momento y la aventura de Shulk va a ser de esas que guarde con gran cariño.

Mi historia con Xenoblade tiene lo suyo, ya que lo conocía de sus tiempos en la extinta Wii, una consola que tuvo una santísima trinidad de JRPG que muchos recuerdan a día de hoy. Me hablaron de Xeno un año o dos tras su lanzamiento, pero no me animaba porque en aquellos tiempos disfrutaba muchísimo con X360 y PS3, por lo que siempre iba retrasando buscarlo para añadirlo en mi colección.

Los años pasaron y dio la casualidad que en los últimos momentos de vida de Wii lo encontré junto a un The Last Story en un GAME. Aún así, lo vendí al tiempo por deshacerme de la consola y centrarme en las que estaban por llegar al mercado, pero por causas del destino fui uno de los primeros en tener una WiiU y ya sabéis lo que eso conllevaba, una bendita retrocompatibilidad.

La pega por aquel 2013 es que Xenoblade Chronicles era uno de esos juegos difíciles de encontrar y por los mercados de segunda mano estaban por las nubes. El milagro sucedió dándome una vuelta por eBay, encontrando una subasta en la que estaba su edición limitada con mando incluido, y fui uno de los ganadores. Mi alegría fue mayuscula y más por tener esa edición en mis manos, pero… siempre sucede algo que trastoca las cosas.

Un tiempo después viví una de mis temporadas más oscuras con una depresión con altibajos frecuentes, por lo que lo pagué con mi pequeña pasión y me deshice de casi todo lo que tenía, incluido el Xenoblade Chronicles.

 De todas formas, es algo que ya he contado en algún que otro artículo donde hablo de la depresión y como los videojuegos ayudan en los malos momentos, por lo que no voy a dedicar mucho más a ello.

Con el lanzamiento de Nintendo Switch llegó la gran secuela, Xenoblade Chronicles 2 y su expansión Torna. La pega es que aún no había podido disfrutar de su primera entrega y no habrá sido por oportunidades, por lo que tomé la decisión de dejarlo en standby por si Nintendo se animaba a remasterizarla.

¿Hubo milagro? Sí, y encima con una edición definitiva con un lavado de cara y epilogo inédito. Pues el pasado 7 de Marzo de 2022 me puse a darle caña hasta acabarlo el 13 de Abril con unas 68h a mis espaldas, por lo que puedo decir que ha sido una de esas experiencias que se van a quedar grabadas a fuego toda mi vida.

La aventura de Shulk contiene una historia profunda, un lore bien construido, personajes carismáticos, giros de guion que sorprenden y un mundo enorme que explorar. ¿Algo malo? Podría decir las secundarias muy del estilo de los MMO de matar una cantidad de enemigos o de obtener algún objeto en específico, pero no se hace nada pesado.

Ahora entiendo la fama que tiene Monolith por los Xenoblade y como poco a poco se ha ido haciendo un hueco en los corazones de los jugadores con cada uno de sus títulos. Miedo me da cuando me ponga con su segunda parte y la expansión Torna, más que nada por la tercera entrega que saldrá a finales de año. A lo tonto han completado la historia de los Xenoblade en Nintendo Switch, a falta de Chronicles X que sigue estando en Nintendo WiiU aún con la petición de los fans de un relanzamiento.

¿Y ahora? Pues estoy con su epilogo inédito con Shulk y Melia, pero no esta siendo la experiencia que me esperaba. Igualmente, hay que acabarlo y, por ahora, aún me quedan unas horas con Shulk para ver como deciden darle un segundo cierre a esa pequeña historia. De todas formas, como final me quedo con el del juego base por todo el camino recorrido con Shulk, Sharla, Reyn, Melia, Dunban, Fiora y Riki.

¡Hasta pronto Xenoblade!