Ya van varios días que ando dándole vueltas sobre que escribir en el mes y tras estar debatiendo de forma interna sobre cuál, al final me he decidido por los Final Fantasy.
Ha sido difícil dejar de lado por una vez la nostalgia, ya que si por mí fuera escribiría siempre sobre Game Boy o Super Nintendo. Esta vez me paso a la siguiente consola que pasó por mis manos y que tanto tuve que pedir a mis Padres hasta que me la consiguieron de segunda mano.
Play Station fue como un soplo de aire fresco en su día, una consola que sorprendía por las posibilidades de los 32 bits y traerían a mi humilde habitación juegos como Metal Gear Solid, Medievil, Bugs Bunny Perdido en el tiempo, Rollcage, Resident Evil, etc. siendo los Final Fantasy algo que me dejo marcado por todo lo que ofrecía.
Realmente no me llamaba la atención de un inicio, ya que mi tiempo se centraba en los Tomb Raider, Tombi, Crash Bandicoot y Spyro. No fue hasta que en el tiempo del recreo del colegio, Manu empezó a hablarme del vicio que llevaba cada vez que volvía a casa, ya que no se cansaba de hablar sobre Cloud y compañía, haciendo teorías y que me animase a probarlo.
Aún así, seguí intentando completar Spyro the Dragon y a partir de ahí me pasé a las aventuras gráficas. Soy de esos que descubrió los Broken Sword en Play Station y no en PC, y mira que le dedique tiempo a los Monkey Island, por lo que el tiempo tras los plataformas se me iba a las aventuras gráficas.
Broken Sword: La Leyenda de los Templarios y Broken Sword 2 me descubrieron un nuevo mundo en el que empezaban a llamarme los juegos cinematográficos, ya que la historia me atrapaba y los puzles me hacían quemarme la cabeza. Antes de que os tiréis encima, se que el género es otro, pero yo los metía en el saco de los cinematográficos y por ello, acababa enganchado cosa mala rejugandolos cada X tiempo.
Cuando por fin me animé a probar Final Fantasy VII, lo habían sacado en Platinum y con lo que tenía ahorrado me acerqué al Corte Inglés más cercano y pude hacerme con él. Lo más gracioso es que me hice un par de fotos posando con el juego, algo que me hace echarme unas risas a día de hoy.
Realmente no recuerdo del todo los detalles, pero sé de buena mano que no lo llegué a completar. Siempre me quedaba atascado en un punto y los combates aleatorios se me hacían algo pesados al solo querer saber más sobre la historia. La traducción era algo irregular, pero entonces no me daba cuenta y aún con frases mal interpretadas, pude seguirle el hilo.
Hay partes que se me quedaron marcadas a fuego, como la caída del Sector 7, huída de Shinra con la Daytona, el viaje desde Costa del Sol a Corel del Norte, el parque de atracciones Gold Saucer y el Templo de los Ancianos. Para el que lo haya jugado, se habrá dado cuenta que todo es lo sucedido en el primer disco, ya que en realidad solo pude llegar a una parte del CD 2 y quedarme atascado.
Es una espinita clavada que resolveré una vez me ponga a darle caña en Nintendo Switch. Aún con todo, le tengo algo de cariño a los personajes, aunque a veces me hubiese gustado lanzar a Cloud por un acantilado.
Para sorpresa de muchos, conocí Final Fantasy VIII a raíz de la DEMO japonesa que tenían puesta en los expositores del Corte Inglés. Aprovechaba tras hacer los deberes para acercarme e intentar pasarme la demo aunque no entendiese nada, solo sabía que había algo en la ambientación que me llamaba poderosamente la atención. Bueno… El Sable Pistola tenía la culpa.
Ya que mis ahorros se fueron a Final Fantasy VII, solo pude darle caña a la Demo Europea que venía acompañada con la revista oficial Play Station. Puede que los dependientes del Corte Inglés me echasen en falta ahí enganchado en los expositores, pero no me preocupaba, ya que por fin podía exprimir la demo en casa.
Si os estáis preguntando porqué no puse el disco de la demo que iba en la edición Platinum de Final Fantasy VII, es porque decidí prestarla a un colega sin saber realmente que estaba dando. Era de esos que siempre se ponía un objetivo y en ese entonces era FFVII.
Tras exprimir la demo y tiempo después desistir de Final Fantasy VII, mi colega Manu me dejó Final Fantasy VIII. La verdad es que tuve problemas en casa entonces, no por las notas, sino por la noticia del chico de Katana, un suceso en España que se vio marcado por el asesinato de sus Padres y lo compararon con el aspecto de Squall, protagonista de Final Fantasy VIII, con su Sable Pistola.
Pasado un tiempo y controlando lo que jugaba, se dieron cuenta que no me hacia mal y si encima las notas de clase eran buenas, no me pusieron ningún problema.
Final Fantasy VIII me interesó mucho más que el VII, ya que conecté con Squall más de lo que yo creía entonces. Su soledad, pasotismo, conflictivo si le provocaban y sus momentos de reflexión me gustaron y más aún cuando se dio cuenta que realmente hay personas que se preocupan por él, solamente tenía que dejarles entrar.
Su evolución como personaje fue bastante buena y a la vez, me tenía más atento a lo que iba sucediendo en su historia. Aún así, siempre tiene que haber una pega y es que el último disco es un lio mental del director y guionista del juego.
Es la parte que más odio y por ello, cada vez que me ha dado por rejugarlo lo abandono llegada cierta parte del cuarto disco. No necesito ver más.
Antes de pasar a la última entrega, me apetece remarcar que fui de los pocos que supo de la existencia de la edición que sacaron en los ordenadores de sobremesa. Cuando mi Play Station murió, me puse a darle caña con teclado e invadiendo la habitación de mí hermana.
Este Final Fantasy si tardó en llegar a mis manos, pero es al que más cariño tengo de los tres. Muchísimos recuerdos de entonces, en especial cuando lo jugaba con Enric en las vacaciones de verano.
Me daba por cambiarles los nombres a los personajes del juego por todo el grupo con el que pasaba las vacaciones y era bastante gracioso. También tuve momentos con mi buen amigo César, en paz descanse, cuando en una de las siestas me dio por enseñárselo con todo el grupo, para que luego la mitad se durmiesen por el comienzo tan lento.
Yitan era un personaje interesante por lo infantil que era en algunos aspectos, aparte de ser un ladrón bastante gracioso. La Princesa Garnet, la invocadora Eiko, el caballero de la princesa Steiner, el mago negro Vivi, el cazarrecompensas Amarant, la cocinera Quina y la Burmeciana Freija… Todos ellos componían el grupo principal del juego, sin menospreciar al villano, Kuja.
Tuve mis momentos en el instituto mientras lo hablaba con Juan Antonio, un buen amigo que aún a día de hoy nos aguantamos. Por su parte sí exprimió el juego con los Jefes Secretos, mientras que por mi parte me dedicaba a completar la historia y disfrutar de la evolución de todo el grupo, porque sí, esta vez la evolución es más global y no en un solo personaje.
Recuerdo en especial cómo completé el juego en tan solo cuatro semanas dándole bastante caña, un verano caluroso y del que siempre acababa tirado en la piscina tras una sesión de aventuras con Yitan y compañía.
Para finalizar, su Banda Sonora aún la tengo grabada a fuego y espero conseguirla en un futuro para tenerla junto a la de la octava entrega. Si alguien la tiene y le gustaría deshacerse de ella, contactad conmigo a través del formulario del blog.
En definitiva, una trilogía bastante apreciada con el tiempo y que a día de hoy podré redescubrir en Nintendo Switch, menos por la octava entrega a la que le hacen bullying. Espero que os haya gustado este viaje por los recuerdos de un amante de este mundillo.